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martes, 18 de julio de 2006

Palabras no dichas (I)

Ella y él se encontrarán pasados unos años, no muchos, se alegrarán de verse de nuevo y, por casualidad, ambos tendrán tiempo de tomarse un café juntos y contarse como les va la vida. Tras un breve prólogo acerca de sus ocupaciones, de donde viven y otras generalidades, se reirán por algo y aprovechando un mínimo silencio comenzará una conversación parecida a esta:

- ¿Te acuerdas cuanto tú y yo?

- Sí, claro. Estuvo bien.

- Pero pudo estar mejor. Yo estaba loco por ti.

- Y tú a mí me gustabas tanto que tenía miedo.

- Nunca me dijiste eso.

- Ya. Ni tú que estabas loco por mí.

- Ya.

- Sí.

- Una pena ¿no?

- Sí, supongo que sí.

- Podría haber funcionado. ¿Te imaginas? ¿Quién sabe como estaríamos ahora?

- Quién sabe…

- …

- …


Otro silencio, un par de frases de cortesía y se marchan cada uno por su lado.

Él, arrepentido por no haberle dicho entonces lo que sentía.

Ella, arrepentida  por haber confesado hoy lo que sentía.

O viceversa.

3 comentarios:

  1. Cuanta magia esconden esos momentos...Tan especiales, tan delicados, con la timidez llenándolo todo. No hay que arrepentirse de lo dicho si se ha dicho con sinceridad.
    Un petonet

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  2. Y esa sensación que queda de lo que pudo haber sido y no fue...

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  3. (no tengo idea cómo llegué hasta aquí, pero ese es un detalle)

    siento que el arrepentimiento más fuerte es aquél se siente por lo que no se hizo o no se dijo...o viceversa (como diría Benedetti),
    a fin de cuentas ambos cargan en los labios el peso de las ausencias (en palabras o corporales)

    saludos desde Chile...

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