El pasado Sábado actuamos en Santander. El espectáculo era el violeta: "Cuentos/as. Historias de mujeres" aunque los "elementos" no parecían propicios...
El narrador llegó tarde (empezamos con media hora de retraso), sin decorado, sudando, sin zapatos y con un grano en la nariz.
El sitio parecía pequeño para las más de cincuenta personas que esperaban la actuación. La mayoría tenían que estar de pie, hacía calor y una verbena a cincuenta metros del local atronaba la noche.
No había escenario y escaso hueco para moverse.
Pero... (y como ya dije una vez, en los "peros" está la magia)
Aquello fue delicioso.
Cincuenta minutos de narración pura y dura. Sin artificios, ninguno. Como se dice vulgarmente: "a pelo": el narrador, el texto, el público. Y ¡cómo estuvo el público! Siempre he dicho que el primer aplauso es gratis pero es que el primer aplauso del Sábado era (y perdón por lo moña) todo amor. Y a partir de ese, los demás.
Las historias se enlazaban y no pasaba el tiempo. La montaña rusa (emoción/humor/emoción/humor) avanzaba a toda velocidad y nadie se bajó de su puesto. Y el narrador disfrutaba, como nunca. Y, la gente se quedó con ganas de más, de mucho más: no hay mejor termómetro.
La del Sábado fue una de esas actuaciones en las que el ritmo lo lleva el público, en las que el público hace que salga bien. En las que el público lleva en volandas al que cuenta. Permítanme, desde aquí, dedicarles mi aplauso porque ustedes hicieron que el del Sábado fuera un momento de esos que se guardan "ahí dentrito".
No dejen de contar con nosotros. Nosotros no dejamos de contar con ustedes.
1 comentario:
Fue un placer escuchar tus cuentos. Era la primera oportunidad que tenía y me lo pasé muy bien. Espero que no sea la última. Como mínimo, seguro que habrá otros encuentros.
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