viernes, 21 de octubre de 2005

Creo

Creo en la intimidad de las habitaciones donde los secretos se hacen susurros y besos

Creo en el rubor de la humildad mal medida

Creo en quien busca la razón de un pálpito desconocido

Creo en las hojas de los árboles que nos recuerdan qué somos

Creo en la luz porque hace sombras

Creo en las sombras porque vienen de alguna luz

Creo en las palabras que se dicen por los ojos

Creo en quienes me dieron mi vida con la suya

Creo en los que buscan una vida mejor y no para ellos

Creo en las sensaciones y en los sentimientos

Creo en la dignidad de los humildes, en los placeres de la pobreza, porque son un respiradero aunque también una trampa

Creo en los abrazos cuando hasta te duele el pecho

Creo en las manos que levantaron sueños que nunca alcazarán

Creo en Mario Benedetti

Creo en la gente, pese a todo

Creo en los susurros y en los gritos, todo a su tiempo

Creo en el sabor que me deja tu boca

Creo en las sonrisas sinceras y en las lágrimas

Creo en quienes creen en mí y en otros muchos que no

Creo en la esperanza y en la utopía y en quienes caminan

Creo en el perdón espontáneo

Creo en la magia cotidiana de las madres

Creo en la ilusión colectiva y desmesurada

Creo en los fracasos como motivación

Creo en tus pechos que dan la vida y la renuevan

Creo en los regalos menos valiosos

Creo en la inocencia de los niños aunque hayan crecido

Creo en la lucha continua y en sus paréntesis

Creo en ti que me estás leyendo

Creo en el calor de un fuego y en el de una mirada

Creo en Jesús, pero no en ese

Creo en los brazos abarrotados

Creo en los granitos de arena y en las estrellas de mar

Creo en quienes escriben para provocar credos

Creo en vosotros, que ya sabéis quienes sois    

No hay comentarios: