domingo, 17 de octubre de 2010

Noche de invierno


Hoy a mi ciudad, ha llegado la primera noche de invierno. El aliento se hace visible, las manos no salen de los bolsillos y los pensamientos comienzan a notar la ausencia de luz que nos aguarda.

Nunca he sido muy amigo de los inviernos. En realidad, tampoco de los otoños aunque, en este caso, la razón quizá sea que nos conocemos poco y apenas nos cambiamos un saludo. Las frías noches que están por llegar me dejan el ánimo bastante maltrecho y es que el verano siempre es demasiado corto como para tomar impulso y saltarme todas estas horas de nocturnidad alevosa.

Pero, en realidad, esta noche sería una buena noche para cumplir un compromiso pendiente.

Sería una buena ocasión para juntarme con mi amiga Anat y escribir una historia bellísima. Porque sé que un día (o una noche, o más) al fin nos juntaremos rodeados de cuadernos, rotuladores, plumas, papeles, bolígrafos y lapiceros. Y sé que escribiremos una historia bellísima. Quizá la más bella.

(Disculpen el atrevimiento: no es que me tenga en tal alta estima a mí, es que confío ciegamente en el talento de Anat)

Por desgracia esta noche no será. Pero cuando ocurra, ustedes conocerán esa historia y podrán decidir si, realmente, la historia es bellísima.

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