sábado, 17 de marzo de 2007

Distancias

Conocía al profesor Ismael Bartleboom en “Océano mar” un maravilloso libro de Alejandro Baricco. “Océano mar” no es una novela, son varias historias deliciosamente hiladas y muy bien contadas.

El profesor Bartleboom es el protagonista de una de esas historias: él se dedica a escribir una enciclopedia acerca de los límites de la naturaleza: como de altos pueden ser los árboles o cuando comienza exactamente el crepúsculo, o mejor aún, hasta donde llega el mar, cual es su límite.

Si pudiera, le pediría al profesor que midiese la distancia, leve, franqueable y mágica de un beso. Porque a veces es enorme, inasequible y otras es accesible y es un placer convertirla en nada una y otra vez.

La distancia de un beso. Lo dicho: una medida mágica.


Tan escasa contigo, tan, tan escasa…

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Modestamente opino que en el beso no debería haber distancias. Y si las hay, mal asunto.
amaya

Anónimo dijo...

Adoro al profesor Bartleboom, pero no por su loco intento de medir lo inabarcable y absoluto (como los besos), sino por sus cartas. Como ya he dicho muchas veces, MI PASAJE (esto es, no un pasaje que me guste, sino EL pasaje) es el siguiente:

"Bartleboom tiene treinta y ocho años. Él cree que en alguna parte, por el mundo, encontrará algún día a una mujer que, desde siempre, es su mujer. De vez en cuando lamenta que el destino se obstine en hacerle esperar con obstinación tan descortés, pero con el tiempo ha aprendido a pensar en el asunto con gran serenidad. Casi cada día, desde hace ya años, toma la pluma y le escribe. No tiene nombre y no tiene señas para poner en los sobres, pero tiene una vida que contar. y ¿a quién sino a ella? Él cree que cuando se encuentren será hermoso depositar en su regazo una caja de caoba repleta de cartas y decirle:
-Te esperaba.
Ella abrirá la caja y lentamente, cuando quiera, leerá las castas una a una y retrocediendo por un kilométrico hilo de tinta azul recobrará los años -los días, los instantes-, que ese hombre, incluso antes de conocerla, ya le había regalado. O tal vez, más sencillamente, volcará la caja y, atónita ante aquella divertida nevada de cartas, sonreirá diciéndole a ese hombre
-Tú estás loco.
Y lo amará para siempre"

Sí, ya lo sé, es un comment muy largo, pero no he podido resistirme! ;-)

mariajo