¿Saben? Me gusta que este espacio sea un poco imprevisible pero eso no es excusa para llevar tanto tiempo sin escribir nada. Llevo ya unos días pensando en poner algo realmente bonito a modo de disculpa y compensación pero no me veía capaz. Así que recurro a un cuento ajeno. El autor se conoce como F.M. y lo recogí del libro "Historias de X, Y y Z" (Editorial Punto de Lectura). Espero que les guste.
Gracias por venir y leerme.
MUROS
Las paredes que envuelven la casa de Irene son muy, muy delgadas. Tiene exactamente el mismo grosor que las de la casa de Mario. Quizá por eso, inducidos por lo estrecho de los muros, Mario e Irene se pasan el día pendientes de lo que sucede al otro lado.
No es solo que Mario sepa perfectamente los horarios de Irene o que irene sepa con exactitud cuando Mario entra y sale de casa. Es más que eso: se persiguen desde el comedor hasta la cocina, como adivinándose las pisadas.
Ya debería sorprenderles que elijan el mismo momento para cocinar o tender la colada, que coman al mismo tiempo o que tanteen la radio a la vez hasta sintonizar unísona emisora.
Pero es cuando cae la tarde y el silencio espesa el aire de las habitaciones, cuando la oscuridad les encuentra arrodillados con la cabeza apoyada en la pared que separa el dormitorio de ambos, donde, noche tras noche, imaginan que al fin están juntos, dándose mimos, sin muros y con luna.
...cualquier día tiraremos unas cuantas paredes...
2 comentarios:
Me voy a pasar por esa casa con una buena maza para derribar muros...
Gracias por las palabras que me escribiste en mi blog, por cosas como esas son que me motivo más para seguir escribiendo. abrazos
Es un cuento precioso, casi puedo ver a esos dos seres solitarios ardiendo entre una pared. Aunque a veces los muros no son físicos y es el aire el que separa a los amantes incapaces de romper las defensas que se han impuesto. Gracias por animarme.Amaya Campos
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