domingo, 7 de febrero de 2010

A veces.


A veces no te acuerdas de "lo que eres". Los días pasan sobre ti y no tú sobre ellos y no te das cuenta de "lo que haces". Estás atrapado en cierta rutina y te alejas de "lo que has conseguido".

Pero, está Almudena. Almudena es periodista. De las buenas. Podría decir que escribe como si bordara: por delante solo ves brillantes palabras perfectamente ordenadas, por detrás un intricado laberinto de hilos las mantiene en equilibrio sin que tú lo sepas.

Hoy, en "El Correo de Burgos" hablaba de un "taller de cuentacuentos" que se celebra en nuestra ciudad y se acordó de mí, de nosotros, de "La Poesía es un Cuento". Por ejemplo: "El arte del cuentacuentos puede ser una herramienta o convertirse en una finalidad.

Es el caso de Javier Gil. Es uno de los cuenteros más prolijos de Burgos. Conoció este amor en su instituto. En un curso de animación. Cada uno de los alumnos debía hacer una pequeña muestra de lo aprendido. Consiguió que sus compañeros siguieran la historia de su cocodrilo con los ojos como platos. Ha llovido desde aquella velada. Tanto que no recuerda cuántos años han pasado. Sí lleva la cuenta de los seis que se cumplirán de la primera vez que se subió a un escenario. Fue una tarde de mayo en el pueblo vallisoletano de Pedrajas de San Esteban.

Los versos de su venerado Mario Benedetti ocuparon aquel primer espectáculo, La Poesía es un Cuento, que más tarde dio nombre a la asociación bajo la que continúa saltando a escena. No hay artificios en sus creaciones. Poco es lo que necesita este contador. Sólo al público cerca: «Ver a la gente que sigue tu historia te ayuda a contar, ver sus reacciones, sus miradas, sus sonrisas... Tú recoges sus emociones para enriquecer el relato».

La Poesía es un Cuento. Detrás de este artístico y revelador nombre se encuentra Javier Gil. Sus maneras le acercan a la narración oral escénica. Es uno de los más austeros. Suele dirigirse al respetable sin aderezos y normalmente viste de negro. Hace seis años se subió por primera vez a un escenario y ya cuenta con varios espectáculos." El artículo entero aquí.

Da gusto leer sobre ti y que esté bien escrito. Consigue recordarte "lo que eres, lo que haces y lo que has conseguido". Y te da ganas de más.

Gracias Almudena


NOTA: Aprovecho para pedir "ayuda". Ese primer cuento que "conté" era sobre un cocodrilo que se iba al parque cuando no había niños y se columpiaba el sólo. Hasta que un día lo vio un niño... y no recuerdo más. Era uno de esos cuentos ilustrados tamaño A-4 con pasta dura y no muchas páginas. Si alguien sabe el título o como conseguirlo me haría muy feliz: javier@lapoesiaesuncuento.es

1 comentario:

Mar dijo...

Es éste?


Esta es la historia de un cocodrilo timido.
A Coco el cocodrilo le encantaba columpiarse por la noche cuando nadie le veía. Al amanecer regresaba a su casa, que estava a la orilla del rio, medio oculta entre las cañas.

En cuanto se hacia de noche, Coco se acercaba al parque sin hacer ruido.
Y se columpiaba
Y se columpiaba
Y se columpiaba sin parar.

Y cuando se ocultaba la luna, antes de que llegasen los niños al parque, el cocodrilo volvía a casa rápido y silencioso, para que no lo descubrieran.
Y una vez a salvo en su casa medio oculta entre las cañas a la orilla del río, el cocodrilo se mecía en su hamaca hasta que se dormía. y dormia durante todo el día.
Y aqui acabaria esta historia si no llega a ser porque, una mañana, la pequeña Paula descubrio sus huellas en la arena del parque.
Paula sabia un monton de cosas sobre todo tipo de animales, asi que enseguida se dio cuenta de que aquellas huellas no eran de gato ni de perro ni de pajaro ni de tortuga ni de dinosaurio ni de canguro.
Paula supo al momeno que las pisadas eran inconfundibles pisadas de cocodrilo.
Los demas niños no la creyeron:
y que hace por aqui un cocodrilo?
columpiarse? - se burlaron.

Ella, sin embargo, siguió las huellas hasta una pequeña casa oculta entre las cañas del río y pudo confirmar sus sospechas.

Luego de un extraño pero al mismo tiempo cálido silencio durante el que ambos se observaron Paula empezó a interrogar a Coco, el tímido cocodrilo que amaba el columpio. El interrogatorio pronto se convirtió en una conversación que abrió sus corazones y así, protegido por esta naciente amistad, Coco se aventuró al parque de día y a toda su bulliciosa y alegre población. Coco supo entonces que la compañía es buena y gratificante, pero a veces, regresaba de noche al parque porque descubrió que la amistad y la soledad son “ tan maravillosas como un columpio que viene y va”.