Se sientan frente a mí, frente a nosotros. Están cogidos de la mano y él, juguetea con los dedos de ella.
Ella lleva falda, se ha maquillado y ha ido a la peluquería. él se ha afeitado con mimo, se ha puesto una de sus mejores camisas y ha repasado el lustre de los zapatos. (Esto es imaginación o deducción mía, pero no creo que me equivoque en exceso)
Hablan. Parece lo normal así escrito, pero en el metro las conversaciones no son habituales ciertamente. Y se miran a los ojos. Entre retazos oigo que ella ha terminado una relación que no funcionaba y por la que luchó pero sin que su esfuerzo sirviera de nada. Él sigue jugueteando con los dedos de ella y no deja de mirarla.
No se si es imaginación o deseo pero ojalá que ahora vayan juntos a cenar por ahí, que sigan hablándose y mirándose. Que acaben la noche con la esperanza de hacer duradera la felicidad serena que sienten en ese momento.
Se sentaron frente a nosotros en el metro, estarían rondando los sesenta años y se querían muchísimo. Se merecen que les salga bien esta segunda (o tercera, quien sabe) oportunidad de la vida.
Esta historia la compartí con ella. Y nos gustó a ambos.
miércoles, 11 de abril de 2007
En el metro
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
3 comentarios:
Nunca es tarde y las buenas oportunidades hay que aprovecharlas.
Un petonet
Creo es más que las oportunidades siempre se pierden o llegan en los andenes...
Preciosa historia. hacía mucho que no me pasaba por aquí, así que me estoy mirando tu página de arriba a abajo.
Gracias.
Preciosa historia, la verdad es que si. Estoy con la rubi en que nunca es tarde...
Muchas gracias por compartirla con nosotros! ;)
Un besote guapo!
Publicar un comentario