Érase una vez un libro de versos. Versos que José, un
artesano de la palabra, fue uniendo con exquisita paciencia y un delicado gusto
por la hermosura, en estrofas y poemas. Tras mucho trabajo e infinitas conversaciones con las musas, aquel libro se ganó la denominación de poemario. Y un poemario
excepcional. José decidió que necesitaba como título un nombre rotundo pero, a la vez,
delicado y evocador, que anunciara todo lo que podría encontrarse en su interior pero sin
pompa ni boato. Eligió “Los pies del horizonte” y, quedó tan contento con aquella
colección de poemas que se presentó a un concurso y, en el concurso, quedaron
tan contentos con aquella colección de poemas, que le añadieron al título un
premio: el Adonáis de Poesía 2010.
Con su título y su premio, el libro fue pasando por muchas
manos, y muchos ojos pasaron a su vez por él. Sus palabras despertaron otras muchas palabras de unánime y rendida admiración pero, sobretodo, hicieron aflorar,
sentimientos y recuerdos y emociones. El poemario andaba de boca en boca y de
corazón en corazón y sus textos se enviaban como muestra de belleza, saludo de
buenos días (o buenas noches) e, incluso, como notitas de amor. Hubo quien proclamaba, con mucha razón, que era un libro
luminoso.
Pasó el tiempo y, como pasa con todos los libros, iba quedando un
poco más al fondo de las estanterías, eso sí conservando toda su luz mientras otros
poemarios y otros libros de poemas fueron también posándose en bocas y
corazones. Con el poso que da el tiempo, “Los pies del horizonte” se había convertido en un medicamento
contra el desasosiego de uso tópico y aplicación espaciada, cuando un grupo de
amistades quisieron convertirlo de nuevo en un bien de primera necesidad. Eran
músicos, personas siempre dispuestas a recoger inspiración y hermosura allá
donde se encuentre así que, con aquella misma paciencia que mostró José ocho años antes, pasaron
por el tamiz de su talento aquellos versos hasta moldearlos en notas y acordes
fijados en un pentagrama.
Diego, Jorge, Gemma, Daniel, Mónica, Ismael, Alfonso, Álex,Marina, Martín, Álvaro, Cristian, Joaquín, Luis, Montse, Álvaro, Isra, Dani yAlexandre amasaron con exquisitez aquellas líneas y las vistieron con ritmos y
cadencias para que bailaran entre escalas y tonalidades. Los y las músicos se
zambulleron entre los versos y estos se dejaban hacer, encantados y renacidos.
Tras este coqueteo mutuo, una tarde de febrero de entre los mil y un mandos de
un estudio de grabación, nació un disco. Una deliciosa colección de canciones
llena de Poesía que encontró su título dos versos antes que el del libro: “besar las huellas”.
El disco quiso buscar más amistades, mecenas les llamaba y así se convirtió, poco a poco, en un aplauso comunal, agradecido y sincero hacia el poeta Ahora, libro y disco comparten camino, anhelos y personas
amantes de los versos, de la música, de la aventura de ser felices y de la
esperanza en “las huellas / que dejan sobre el mar / los pies del horizonte.”
bit.ly/besarlashuellas
bit.ly/besarlashuellas
1 comentario:
Los libros que se convierten en discos son una fusión única de literatura y música. Cada nota y letra se entrelazan, creando una experiencia multisensorial que transporta al oyente a nuevos mundos imaginarios.
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